La importancia de adquirir más de un idioma está más que constatada. Las exigencias a este nivel crecen cada día más y las ventajas de ser políglota son evidentes.
Vivir en un mundo cada vez más globalizado convierte el manejo de varios idiomas en una herramienta fundamental para progresar personal y profesionalmente. Además de este desarrollo a nivel personal y/o laboral, todo parece indicar que también puede ayudarnos a nivel mental, potenciando nuestra atención, mejorando nuestras habilidades comunicativas, favoreciendo la capacidad de escucha y otras aptitudes cognitivas.
Analizando todo lo anteriormente dicho, parece evidente que es cada vez más imprescindible exponer a nuestros hijos a diferentes idiomas y que es determinante en el nivel de logro el hacerlo a edades tempranas. Pero detengámonos en el modo de hacerlo para que este proceso de los resultados que esperamos.
A muchos padres les inquieta las implicaciones que conlleva exponer a los niños a un ambiente de crianza bilingüe. Existen interrogantes sobre los retrasos o confusiones que puede experimentar el niño que aprende dos idiomas. Una de las ideas más generalizadas es que los niños confunden los idiomas, pero parece ser que el bebé a los pocos días de nacer ya es capaz de diferenciar entre idiomas muy diferentes y si estos son similares lo consigue alrededor de los 6 meses de edad.
Los niños bilingües pueden, al inicio del desarrollo del lenguaje expresivo, mezclar palabras de ambos idiomas, pero los expertos consideran que es algo transitorio y desaparece a medida que el vocabulario en ambos idiomas va aumentando.
Otro de los temores es que el niño se retrase en el momento de comenzar a hablar. Es cierto que algunos niños bilingües tardan un poco más en hacerlo, pero es algo temporal. En ocasiones, incluso se puede dar una etapa de silencio, en la que, aunque todavía no utiliza un lenguaje expresivo, está evolucionando en la comprensión de ambos idiomas. Sin embargo, las investigaciones más recientes, confirman que los niños bilingües alcanzan las distintas etapas en el desarrollo del lenguaje de manera similar a los monolingües, observándose diferencias individuales en los momentos de adquisición en concreto, como las que se pueden apreciar en niños expuestos a un único idioma.
Por tanto, una vez disueltos los temores que a priori pudiéramos tener y que pudieran llevarnos a considerar que la exposición al niño a dos idiomas es algo negativo, veamos cuál consideramos la manera más adecuada de hacerlo para favorecer el correcto desarrollo de ambos idiomas.
Si hemos decidido que nuestro hijo esté expuesto a dos idiomas, lo idóneo es que se realice la inmersión a ambos idiomas desde el nacimiento para familiarizarse con los fonemas de ambas lenguas, sus entonaciones y ritmos.
Otro aspecto importante es la estrategia a seguir en la distribución de los idiomas y en este sentido, nos decantamos por la estrategia OPOL (One Person, One Language), es decir cada progenitor habla un idioma de manera habitual. Para ello es imprescindible la competencia absoluta en el idioma que se utiliza para que la estimulación en ese idioma sea adecuada. Tiene la ventaja de la asociación emocional de la lengua a un progenitor y proporcionalidad en la exposición a ambos idiomas.
Los niños seguirán su evolución individual, por ello es importante no forzarlos a hablar en uno u otro idioma. Al principio puede negarse a hablar en uno de ellos, pero con el tiempo se comunicarán en ambos idiomas.
A modo de conclusión, el bilingüismo correctamente afrontado, con una estimulación adecuada y suficiente de ambos idiomas, es decir, una inmersión real, con presencia en las actividades cotidianas y experiencias diarias, es algo beneficioso y enriquecedor para el niño.